Es como un teatro fantástico. Como una película moderna. Siempre distinta. Cada noche renovada. Unas veces agradable, otras portadora de tensiones y angustias. Es el sueño, al que Aimé Michel ha descrito como “enigmática actividad nocturna del pensamiento”.
Desde tiempos muy antiguos, tanto que se pierde en los orígenes del hombre, se ha buscado interpretar los sueños. Unas veces se les ha tomado como premoniciones. Otras, como deseos reprimidos. Sigmund Freud, quien puede ser considerado como “Padre del Estudio de los Sueños”, los concibió como expresión de deseos sexuales reprimidos.
Para los griegos, los sueños tenían gran importancia. En los sueños estaban los mensajes de los dioses, los consejos de los genios. Eran sagrados y obedecidos.
El profesor Louis Massgnon afirma que el rito musulmán del Istiqhara, es un residuo islámico de una costumbre antiquísima basada en la interpretación de los sueños. En el Istiqhara, los musulmanes duermen después de haber elevado una plegaria que los ayude a soñar la solución de un problema. Y el éxito suele acompañarlo.
En los templos iniciáticos de los egipcios se practica la incubación desde el siglo VI antes de Cristo. También la practicaron los griegos. Consistía en la reunión de miles de iniciados, en recintos sagrados donde imploraban un sueño iluminador. Era la búsqueda de un sueño para encontrar a Dios.
SUEÑOS QUE ABREN CAMINOS
En el curso de la historia se han registrado muchos casos en que los sueños han influído en el destino de la humanidad.
Se sabe, así, que los sueños de Descartes influyeron en su filosofía.
También se conoce que los sueños de Bismarck, el canciller de hierro, influyeron en la guerra contra Austria, sobre la que ya sus sueños le habían hecho concebir una victoria.
El famoso químico Kekulé sostuvo que fue gracias a un sueño que consiguió hallar el carácter cíclico de la estructura molecular de la bencina.
El físico Niels Bohr consiguió, mediante sueño, lo más esencial de su teoría sobre la nube atómica.
Hay muchísimos casos de matemáticos, físicos, poetas, novelistas, pintores y políticos a los que el sueño inspiró soluciones.
Ese “teatro que no se representa en ninguna parte” ha dado fabulosos aportes al progreso, a la ciencia, a la tecnología.
Pero... ¿QUÉ ES EL SUEÑO?
Hablamos de sueños y de su interpretación pero... ¿qué es el sueño? ¿Puede el hombre vivir sin soñar? ¿Tienen los sueños una interpretación?
Las preguntas parecen fáciles de responder, pero no es así. La mente humana no descansa nunca. Ni cuando se duerme. Se ha probado científicamente que un hombre normal tiene entre seis y siete sueños cada noche.
En el sueño, comprobable por la movilidad de los ojos cada vez que se presenta un sueño, el hombre puede realizar movimientos, o mentalmente hacer el esfuerzo, que realiza su personaje soñado. Por eso puede despertarse cansado, sin haber tenido trabajo suficiente el día anterior como para que eso suceda.
Los sueños suelen olvidarse. Para recordarlos es mejor despertarse y anotarlos. Es probable que al leer la nota al día siguiente no se recuerde siquiera haberla anotado.
Hay sueños que parecen telenovelas. Series. Continúan de una noche a otra. O entre un despertar y otro. Hay también sueños que parecen perseguirnos, como si pretendieran anunciarnos algo.
Sigmund Freud fue el primero que trató de interpretar los sueños. Después lo hizo C. G. Jung. Nathaniel Kleitman creó incluso un “detector de sueños” y buscó explicaciones fisiológicas.
Desde los tiempos bíblicos se ha buscado interpretar los sueños. En esos tiempos se corrían riesgos, como los sabios de Babilonia, a los que Nabucodonosor amenazó con cortarlos a pedacitos si no interpretaban su sueño.
Lo real es que un sueño, cada sueño, tiene una explicación. Para algunos sólo es fisiológica. Para los psicólogos, los sueños son expresiones de anhelos, deseos, frustraciones y proyectos. Para los oneirocríticos, los sueños encierran símbolos, a la vez que deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario